Lo importante en mi vida no sucedió cuando yo quería, ni como yo lo había planeado. Sucedió en el tiempo de Dios y según su voluntad. Sin embargo, cada una de estas veces, tengo que reconocer, fue en el momento preciso, en el momento exacto, en el momento que tenía que ser. Y de la mejor manera para mi bien. Oponerse a lo ineludible es locura. Lo mejor que podemos hacer es mantenernos cerca de Dios, escuchar en oración su voz y fluir con su divina y misteriosa voluntad. Por eso KAIRÓS...en el tiempo de Dios.